III. La Explotación y los mecanismos de control
En la leyenda de la foto "Chico con alheña", el fotógrafo
implica que este niño afgano es explotado. Me imagino que sí, lo es; Afganistán
es un país muy pobre, y aún más pobre después del bombardeo del EE.UU. En la
raíz de la cuestión está la discrepancia de edades y de estatus en la
cultura, de manera que este chico asume el papel de mujer, o sea, desprestigiado
y sin autonomía. ¿Es así? No sabemos casi nada sobre él. ¿Puede salir de
una relación si no le gusta? ¿Sus padres le presionarían para aceptar una
relación aunque no le guste? ¿Cuántos recursos tiene para vivir solo? Conocemos muy poco del
halekína, aparte de algunos poemas citados por los medios. Una observación
viene de un pakistaní, Badruddin
Khan, en el libro de Murray y Roscoe. Khan dice
que "entre los pastunes, el sexo entre hombres y chicos es común",
y "desde antes de la época de Alejandro, la gente de esa región [el norte
de Pakistán y el sur de Afganistán] se reconoce como pragmática que luchan en las guerras con gran ferocidad y hacen el amor con gran dedicación".
Sobre Pakistán en general, según Khan: El amor entre varones es, de hecho, exaltación,
y la ternura, afección y grandes amistades no son pocos comunes. En contraste
con el espaldarazo que pasa por ser compañerismo en el Occidente, los hombres
andan frecuentemente cogidos de la mano, y no es poco común ver a dos hombres
abrazarse. Aunque las relaciones adulto-adolescente han sido una
forma principal de conducta homoerótica masculina y aunque los datos históricos
y psicológicos no demuestran que sea intrínsicamente dañina, no tiene
necesariamente un derecho de existir, si es que permite que se explote a los niños
con mayor frecuencia de lo que se haría de otra manera. Pero,
al mismo tiempo, en vez de hacer un examen objetivo de la cultura pastun y del
papel de este tipo de expresión sexual dentro de ella—si, por ejemplo, este
último explota a la juventud afgana—los medios ocultan la realidad. A pesar de lo que dicen los medios, Islam no
es una religión monolítica y no es necesariamente represiva de cara a la
conducta homoerótica. Eisenberg dice que la sexualidad en Iberia se toleraba más bajo los
musulmanes y los judíos sefardíes: Indicios de
todos los períodos, directos e indirectos, coinciden en afirmar que todas las
prácticas sexuales, las homosexuales entre ellas, estaban más toleradas y
preocupaban menos que en los reinos cristianos del norte. Hubo períodos en que
el amor entre hombres, o entre hombre y joven, pasaron de la mera tolerancia a
ser prácticas cortesanas, del rey y de los aristócratas e intelectuales. Hubo,
también, mucha poesía abiertamente homosexual, tanto sefardí como
hispanomusulmana, que al parecer circulaba con una libertad y aceptación que no
hemos vuelto a ver en un país occidental... En comparición, para los cristianos viejos de
España, "la sodomía clama venganza al cielo" según las palabras del
escritor español Juan Goytisolo: El desorden que afecta al reino puede suscitar la cólera de Dios y derrocarle como derrocó a la monarquía visigoda... A no dudar, la sodomía, como sinécdoque, se convierte en la mejor y más eficaz arma arrojadiza de la casta cristiano vieja ... La
razón, dice Goytisolo, era una reacción a las culturas múltiples que vinieron
antes: A diferencia
de la sociedad religiosamente homogénea y compacta existente en España desde
la expulsión de los moriscos hasta la fecha, la medieval era heterogénea y
abigarrada... Las comunidades intermedias, permeables, porosas, a caballo entre
lenguas y culturas distintas que Cervantes tuvo la suerte de conocer siglos
después en Berbería, resultaban difíciles de encajar en una imagen icónica
de la Cristiandad, del Islam y del judaísmo. Las situaciones creadas por esas
identidades confusas y problemáticas, con los cruces originados por la unión
sexual o barraganía entre sus miembros, preocupaban por igual al legislador de
las tres religiones monoteístas. Louis Crompton dice que "... los
visitantes europeos en las tierras musulmanes quedaron asombrados repetidas
veces por la tolerancia relajada de los árabes, turcos y persas que
aparentemente no pensaban nada perverso sobre las relaciones entre hombres y
chicos". Pero
como ya hemos visto, el cristianismo no era tan represivo en la Florencia del
Renacimiento como había sido en otras épocas. Todas tres religiones monoteístas
han permitido, a veces, espacios para una conducta que las normas de sus propias
teologías prohibían. Los medios no saben ni quieren saber lo que está pasando
en Afganistán con respecto a la sexualidad.
Probablemente, nunca
sabremos como era el halekína de los pastunes y como era diferente del
erotismo adulto-adolescente varón en otras culturas. Murray observa, quizás
con ironía, "Lo que pasaban a las esposas jóvenes de las caravanas (zun'i-sāfāri)
en Afganistán cuando llegaban a ser adultos, según parece nadie ha pensado a
preguntar". La conducta
homoerótica pastun se pedería a la historia como la de las sociedades indígenas
de México [1]
y Perú, en las que los conquistadores quemaron casi todos los códices, hasta
el punto de que quedan hoy sólo alrededor de una docena. Los medios no les van a preguntar a los chicos con alheña
cómo se sienten, qué quieren o si son felices. Tampoco las organizaciones no
gubernamentales. Y mucho menos la Organización de las Naciones Unidas. En mayo de 2002, el Centro por los Derechos Económicos
y Sociales, una ONG en Nueva York, hizo un reportaje sobre las condiciones
actuales en Afganistán. Esta ONG entrevistó a 134 afganos. Los niños
predominan en las fotos del informe, pero están casi ausentes en los datos: en
la tabla de los sujetos entrevistados aparecen solamente dos menores, uno de
dieciséis y otro de diecisiete años. Si las
organizaciones no gubernamentales y su jefe, la ONU, no hablan con los niños
afganos, no van a asegurarles los derechos, los recursos, ni los espacios para
que puedan decidir por sí mismos su propio destino, incluso las relaciones
sexuales que deseen o no.
Desgraciadamente, la ausencia de los niños en el informe de la ONG ya
citada no es poco común. Así ha sido siempre para la gente marginada.[2]
[1] Taylor escribe: "La mayor parte del comportamiento no fue documentado, fue perdido, destrozado, torcido o suprimido... nunca sabremos mucho de la homosexualidad verdadera en el México precolonial..." [2]
Este
informe recuerda la conversación entre el chaval Huck Finn y Aunt Sally en
la novela picaresca de Samuel Clemens, Las aventuras de Hucklebery Finn.
Cuando llegó a la casa de Aunt Sally, el joven mintió sobre la razón de
su atraso. Le dijo que se debió a la demora de un buque de vapor en el que
había viajado: No
fue el encallamiento; eso no nos retrasó sino un poco. Estalló una culata
de cilindro. ¡Dios
mío!
¿Alguien herido? No,
señora.
Se mató
un negro.
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